Los talleres de crianza, han sido un valioso espacio de confianza, cariño y acompañamiento, en la experiencia transformadora de tener un hijo, entregando herramientas muy potentes que nos ayudan a superar muchos desafíos que trae la maternidad.
Tengo muy arraigado en mi corazón algunas lecciones aprendidas que hasta el día de hoy me acompañan, como por ejemplo: “observar y después intervenir”, lo que permite despojarse de las acciones en forma mecánica, de los patrones que cada uno de nosotros trae incorporado y da lugar a generar una intervención con sentido.
También recuerdo la importancia de la “atención plena”, intentando que los momentos que estamos con los niños, sean más conscientes, potenciando el vínculo y lo que fomenta la felicidad, al ir observando sus avances y ver tan claramente el proceso.